SÉPTIMA LECCIÓN
LA BIBLIA Y
LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN
Después de conocer en líneas generales, las partes y bloques de contenido
de la Biblia es necesario considerar una gran línea conductora y unificadora de
ambos testamentos: LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN.
1.- ¿QUÉ ES LA
HISTORIA DE LA SALVACIÓN?
La Biblia recoge gran parte de la Historia de la Salvación, es por eso
que conviene señalar algunas nociones básicas de esta historia: tú historia.
El Catecismo de
la Iglesia Católica la define de la siguiente manera: “toda la Historia de la
Salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela, reconcilia
consigo a los hombres, apartados del pecado y se une a ellos. (CDIC 234)
En otras palabras, Dios con amor misericordioso se encarnó, se metió por
decirlo así, en la historia (en el camino) del
hombre. Allí se reveló, se dio a
conocer progresivamente hasta llegar la plenitud o revelación definitiva con
Jesucristo (Palabra de Dios hecha carne).
Lo hizo con el fin de reconciliar consigo a los hombres apartados por el
pecado, social y personal y a la vez unirse con ellos (restablecer la
comunicación pérdida).
Dios utiliza los medidos ordinarios y extraordinarios para darse a
conocer y para salvar al hombre. Pero en
su Revelación respeta el curso de la historia humana: épocas, cultura,
lenguaje…
Dios se encarna en la
historia del hombre y la
convierte en Historia de la Salvación.
Sin embargo, aunque esta historia empezó en la creación y llegará a su plenitud al final de los tiempos, no
es una historia estática (pasiva), sino dinámica, pues cada día marcha hacia la
perfección mayor.
Hoy la Historia de la Salvación se sigue viviendo y haciendo presente de
manera especial, a través de la Iglesia, en la evangelización, la catequesis,
la liturgia, el servicio caritativo, etc.
2.- PARTES DE LA HISTORIA DE LA
SALVACIÓN.
Aunque la
Historia de la Salvación es una sola, en ella podemos distinguir dos partes:
antes y después de Jesús. Jesucristo es el eje, centro y culmen de la Historia
de la Salvación porque Él es el anunciado y el esperado de la Antigua Alianza y
a su vez es la promesa hecha realidad de la Nueva Alianza, es el alfa (inicio)
y omega (fin) de todo.
Por otra parte hay dos ideas
fundamentales que están presentes en cada una de las etapas: LA PROMESA Y LA
ALIANZA.
La Promesa de Dios al hombre salvado y la materialización de esta Promesa
en una Alianza de Dios con la humanidad.
3.- PRINCIPALES ETAPAS DE LA HISTORIA
DE LA SALVACIÓN.
Dentro de esas dos grandes etapas podemos distinguir algunas etapas
centrales que expresan la Misericordia de Dios en el cumplimiento de la
Promesa-Alianza. Estas etapas son:
·
LA CREACIONDEL COSMOS
·
LA CREACION DEL HOMBRE, EL PECADO Y LA PROMESA
·
LA VOCACION DE ABRAHAM
·
ALIANZA DE DIOS CON SU PUEBLO
·
LA TIERRA PROMETIDA EL REINO
·
EL DESTIERRO
·
EL RESTO
·
EL RETORNO: MARÍA
·
JESUCRISTO
·
MARIA
·
IGLESIA APOSTOLICA
·
IGLESIA QUE SE EXTIENDE AL IMPERIO ROMANO
·
IGLESIA QUE SE EXTIENDE A TODO EL MUNDO
·
POR MEDIO DE LA IGLESIA, LA SALVACION LLEGA A
TODOS
·
LOS HOMBRES YAL COSMOS.
4.- LÍNEAS
GENERALES DE CADA ETAPA
4.1. LA CREACIÓN DEL COSMOS:
Dios creo el
universo por sabiduría y amor. El
cosmos no es producto de una necesidad cualquiera, de un destino ciego o del
azar… procede de la voluntad libre de Dios que ha querido hacer participar a
las creaturas de su ser, de su sabiduría y de su bondad (CDIC 295). Sólo Dios
ha creado el universo libremente, sin ninguna ayuda (CDIC 317). Lo creó con el
fin de manifestar y comunicar su gloria, es decir, para que todo y todos
tengamos parte en su verdad, su bondad y su belleza (cf. CDIC 319)
4.2. LA CREACIÓN
DEL HOMBRE, EL PECADO y LA PROMESA:
La cumbre de su
obra creadora es el hombre porque de todas las creaturas visibles sólo él es
capaz de “conocer y amar a su Creador” (GS 12,3); es la “única creatura en la
tierra a la que Dios ha amado por sí misma” (GS 24,3); sólo Él está llamado a
participar, por conocimiento y el
amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón
fundamental de su dignidad. (CDIC 356)
Para realizarse plenamente, el hombre tenía
que mantenerse en cuatro
(4) armonías:
a) En armonía con Dios, como hijo
y colaborador suyo.
b) En armonía con sus semejantes, como hermano.
c) En armonía con la creación, como administrador inteligente y como un artista para mejorarla.
d) En armonía consigo mismo,
en equilibrio interior.
Desgraciadamente,
el hombre dejó morir en su corazón la confianza hacia su Creador y abusando de
su libertad desobedeció el mandamiento de Dios. (CDIC 397). El hombre se
prefirió a sí mismo, desprecio a Dios y quiso ser como Dios (cf. CDIC 398).
Entonces toda esa bella armonía se rompió y el hombre se quedó en cuatro (4)
guerras: con Dios, con los otros hombre, con la creación y consigo mismo (cf.
CDIC 400-406). Esta actitud del hombre se llama pecado, es decir, una
desobediencia a Dios y una falta de confianza en su bondad (cf. CDIC 397).
Pero, como Dios
ama tanto al hombre no lo abandona en su pecado. Al contrario, Dios lo llama
(cf. Gen 3,9) y le anuncia de modo misterioso la victoria sobre el mal y el
levantamiento de su caída (cf. Gen 3,15).
Le promete un Mesías para liberarlo y salvarlo (cf. CDIC 410-411)
4.3. VOCACIÓN DE ABRAHAM.
Para llevar
adelante su Plan de Salvación, Dios escoge a Abraham. Le exigió grandes
sacrificios y le hizo maravillosas
promesas. La más grande de éstas fue que de su sangre nacería un pueblo y de
ese pueblo saldría el Mesías, liberador de los hombres: Jesucristo.
Abraham respondió a este propósito de Dios con un si grande y
generoso hasta tal punto que es llamado
el Padre de la Fe (cf. CDIC 59-61).
4.4. ALIANZA CON SU PUEBLO.
Después de
Abraham, Dios eligió a Moisés para realizar una Alianza con su pueblo. Por eso,
a través, de Moisés sacó, con mano fuerte y brazo extendido, a Israel de la
esclavitud de los egipcios. En el destierro, al pie del monte Sinaí, Dios le
propuso al pueblo hebreo un pacto, una alianza de amor, donde Dios sería el
único Señor de Israel y ellos serían su pueblo amado. El pueblo acepto y se
comprometió a guardar los diez mandamientos, escritos en dos tablas de piedra.
Esta alianza se firmó con sangre de un sacrificio de animales (cf. CDIC 62).
4.5. LA TIERRA PROMETIDA.
Al morir
Moisés, fue Josué quien le sucedió al frente del pueblo. Después de fuertes
luchas con los pueblos que dominaban la tierra que Dios les había
dado en herencia, Israel se estableció como pueblo. Se organizaron en doce tribus
y distribuyeron la tierra de manera justa y según
sus necesidades. Vivieron
cerca de 200 años fieles a la alianza sin ningún
rey o ejército que los dominara. Eran los jefes de las tribus
(llamados los jueces) los que gobernaban.
4.6. EL REINO
(LA MONARQUÍA).
La organización
del pueblo de Israel en tribus, al final del tiempo de los Jueces, entró en
crisis fundamentalmente porque, poco a poco, el pueblo una vez más fue
abandonando el Plan de Dios; rompiendo así su amistad con Él (La Alianza).
Algunas de las causas de la infidelidad fueron la corrupción de los jueces y la
idolatría (sustitución del único Dios verdadero por otros dioses). También
externamente el pueblo sufría los ataques de pueblos vecinos que querían
arrebatarles algunas tierras buenas para el cultivo o porque tan sólo deseaban
un paso al mar para poder comercializar.
Toda esta
situación conllevó al pueblo a solicitar un rey para que los gobernara. Dios se opuso porque los reyes hacían padecer mucho a los pobres, exigían fuertes
impuestos, derrochaban el dinero del pueblo con construcciones lujosas… Sin
embargo, como Israel quería un rey, Dios respetó su decisión y el pueblo tuvo
su rey (1Sam 8,6). Esta etapa de la historia hebrea se le conoce como la época
de la Monarquía.
EL PRIMER REY
FUE Saúl, luego lo sucedió David y posteriormente Salomón. Al morir Salomón el
pueblo se dividió en dos reinos: el reino del norte y el del sur. Durante
la Monarquía el pueblo tuvo un rey
y muchos más pero, lamentablemente, este sistema de gobierno fue desastroso
para el pueblo de Dios, ya que los reyes se preocupaban más de sus intereses
que de servir a la gente y el peor de los males fue aumentar más la idolatría
arrastrando así a muchos al abandono de la fe en el único Dios verdadero.
Pero Dios, que
siempre es fiel a la alianza, no abandono a su pueblo. Suscitó en medio de
Israel a los Profetas. Los Profetas fueron personas escogidas por Dios cuya
misión era recordarle al pueblo que habían
hecho un pacto con Dios, que se habían comprometido a tenerle como único Dios y
a vivir como hermanos. En nombre d Dios le decían a los reyes y al pueblo lo
que estaba equivocado y cómo debían vivir para cumplir la alianza que habían
hecho con Dios (cf. CDIC 64)
4.7. EL DESTIERRO.
La época de la
Monarquía duró en el reino del norte hasta el año 722 a.C., fecha en que fueron
invadidos por el reino asirio. Mientras que el reino del sur duró hasta el año
587 a.C, año en que los de Babilonia destruyeron a Jerusalén y se llevaron
muchos al exilio, especialmente a los más notables, los técnicos, los
artesanos, etc. Algunos campesinos quedaron esclavos en su propia tierra para
trabajar la agricultura y la ganadería.
4.8. EL RESTO.
La vida en el
exilio fue muy dura. Lo había perdido todo, hasta casi la fe y la esperanza.
Pero un grupo pequeño y pobre, el resto, conservó la fe, la esperanza y la vida
del pueblo. Este grupito, entre los que había profetas y sacerdotes, trabajó
para animar a la comunidad. Reunieron escritos del pasado y los fueron
completando y ordenando. Con ellos nacieron las narraciones de la creación que
tenemos en el libro del Génesis.
Dios acompaña en esta etapa
dura a través de los
profetas, de manera especial, lo
hizo por medio de Isaías y Ezequiel.
4.9. EL RETORNO: MARÍA.
En el año 538, el imperio Persa invadió a Babilonia y dejó al pueblo de
Israel regresar a su tierra. Al encontrase de nuevo en la tierra prometida se
organizó la reconstrucción del templo, de la moral y del culto a Dios. Pero se olvidaron de las necesidades que el
pueblo tenía como: hambre, desunión familiar…
Luego fueron invadidos por el imperio griego (hacia el año 333 a.C) y posteriormente hacia el año 63 a.C
pasaron al dominio del imperio romano.
Durante esta
larga invasión militar, cultural y religiosa,
el pueblo se resistió. Unos lo hicieron por las vías de las armas. Otros se
resistieron en el silencio, pero dando testimonio de su fe en el único Dios verdadero.
En medio de
este clima de conflictos Dios hizo surgir la flor de la esperanza: MARÍA (la mujer del Génesis 3, 15). Elige
a una hija del pueblo de
Israel, una joven de Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de
David (cf. Lc 1, 26-27) para cumplir e inaugurar el nuevo plan de salvación
(cf. CDIC 489).
De esta flor nacería el fruto de la salvación y la liberación, no sólo
del pueblo de Israel sino de toda la humanidad: JESUCRISTO.
4.10. JESUCRISTO.
Con la venida
de Jesucristo llegamos al centro de toda la Historia de la Salvación tal como
lo apunta el Catecismo de la Iglesia Católica: “Pero al llegar a la plenitud e
los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para
rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la
filiación adoptiva” (ser hijos de Dios Padre) (Gal 4, 4- 5). He aquí “La Buena
Nueva de Jesucristo, Hijo de Dios”
(Mc 1, 1); Dios ha visitado a su pueblo (cf. Lc 1, 68), ha cumplido la promesa
hecha a Abraham y a su descendencia (cf. Lc 1, 55); lo ha hecho más allá de
toda expectativa: Él ha enviado a su “Hijo Amado” (Mc 1, 11) (CDIC 422).
Todo el Antiguo
o Primer Testamento (Alianza) que es promesa, esperanza y preparación culminan
en Jesucristo, el Señor, Salvador y Mesías; que con su muerte, resurrección y
glorificación realiza la obra de salvación de todos los hombres.
4.11. MARÍA.
Una vez que el Señor sube a los cielos y envía al Espíritu Santo, la
figura de la Madre acompaña a la Iglesia naciente en su caminar hasta que ella
también es llevada a los cielos en cuerpo y alma.
4.12. LA IGLESIA
APOSTÓLICA.
Con la fuerza
del Espíritu Santo, de la Palabra de Dios y de la Eucaristía se formaron las
primeras comunidades cristianas, bajo el ministerio de los apóstoles. La
Salvación dada por Jesucristo ya no se percibe como algo exclusivo para el pueblo de Israel, sino para todos los hombres, sin importar
distinción de raza, color, edad, etc.
La Iglesia es el nuevo pueblo de Dios, preparada en la Antigua Alianza, instituida por Cristo, manifestada por el Espíritu
Santo y edificada sobre los Apóstoles (cf. CDIC 761-768, 857).
4.13. LA IGLESIA
QUE SE EXTIENDE AL IMPERIO
ROMANO.
Esta Iglesia, sacramento y presencia de Jesucristo en el mundo, entra en
el gran Imperio Romano, lo transforma con la fuerza del Evangelio y la acción
del Espíritu Santo.
Después de tres
siglos de fuerte persecución romana contra el cristianismo, el Emperador
Constantino se convierte y le abre las puertas del imperio para que se lleve a
todos sus rincones la Buena Nueva de la noticia de Jesucristo.
4.14. LA IGLESIA
SE EXTIENDE A TODO
EL MUNDO.
Desde Jerusalén y más tarde desde Roma los misioneros, los testigos de la
fe, bajo la acción del Espíritu Santo, salieron al mundo entero a llevar la
Buena Nueva del Reino, según el
mandato de Jesús (cf. Mt 28, 16-20).
Como una comunidad profética, sacerdotal y pastoral la Iglesia ha
comunicado y comunica el Evangelio. En nuestro continente llegó el anuncio hace
más de 500 años.
4.15. POR
MEDIO DE LA IGLESIA Y LA SALVACIÓN LLEGA A TODOS LOS HOMBRES Y AL COSMOS.
Jesucristo, luz de los pueblos, ha iluminado en cierta forma a todos los
hombres y al cosmos, por medio de su
sacramento universal que es la Iglesia. Ciertamente no todos conocen y aman a
Cristo pero su presencia está en los cinco continentes.
Esta Iglesia, nuevo pueblo de Dios,
espera la vuelta de Cristo
Jesús tal como Él lo prometió.
Con nuestros
ojos lo veremos venir glorioso a hacer justicia a cada hombre y a cada nación.
Solamente entonces, todos los que supieron amar como Jesús, entraran en la
comunidad perfecta de Amor (La Trinidad) de donde un día salimos todos.
5. PASOS DE LA HISTORIA
DE LA SALVACIÓN.
Después de
haber visto, en líneas generales, las grandes etapas de la Historia de la
Salvación vamos a presentar los pasos de esta misma historia. No podemos
detenernos a estudiarlos, los nombraremos simplemente y daremos algunas citas
donde cada uno puede leer, en la Biblia y en los libros, sobre la Historia de
la Iglesia, las secuencias de esos pasos y tengan una visión general de ellos.
Estos pasos son:
1. LA CREACIÓN (Gen 1, 1-27)
2. EL PECADO ORIGINAL y LA PROMESA (Gen 3, 1-22)
3. ABRAHAM (Gen 15,
3-5)
4.
ISAAC (Gen 21, 1-7)
5. JACOB (Gen 25, 19-34)
6. EGIPTO (Gen 37, 1-36; 39, 1-6; 46, 1-7)
7. MOISÉS (Ex 2,
1-25; 3, 1-15)
8. MAR ROJO (Ex 14, 15-31)
9. ALIANZA (Ex 2, 1-25;
3, 1-15)
10. DESIERTO (Ex 32,
1-35)
11. JORDÁN (Josué
1, 1-18; 3, 14-17)
12. PALESTINA (Josué
13, 1-33)
13. JUECES (Jueces
2, 16-19)
14. SAMUEL (1Sam 1, 9-28; 3, 1-19)
15. DAVID-SALOMÓN (1Sam
11, 12-15; 16, 1-13; 1Re 1, 28-40)
16. REYES y PROFETAS (1 Re,
12 en adelante)
17. DESTIERRO (2Cro
36, 14-21)
18. RETORNO (2Cro 36, 21ss)
19. RESTO (Libros de Esdras y Nehemías)
20. MARÍA (Lc 1, 26-55)
21. EL BAUTISTA (Lc 1, 5-25)
22. JESUCRISTO (Lc 2,
1-20)
23. PENTECOSTÉS
24. MARÍA-APÓSTOLES (Hec 1, 12-14)
25. APÓSTOLES-DISPERSIÓN (Libro
de los Hechos de los Apóstoles)
26. ESTEBAN (Hec 6, 5)
27. SAN PABLO (Hec 8, 1-3)
28. PERSECUCIONES (Hec 8, 3)
29. CONSTANTINO (Historia de la Iglesia)
30. IGLESIAS (DEL SIGLO
III AL XX) (Historia de la
Iglesia)
31. JUAN XXIII (Historia de la Iglesia)
32. CONCILIO VATICANO
II (Historia de la Iglesia)
33. PABLO IV (Historia de la
Iglesia)
34. JUAN PABLO I (Historia
de la Iglesia)
35. JUAN PABLO II (Historia de la Iglesia)
36. BENEDICTO XVI (Historia de la Iglesia)
37. FRANCISCO (Historia
de la Iglesia)…
6. RELACIÓN
ENTRE BIBLIA E HISTORIA DE LA SALVACIÓN.
Apoyados en la
definición de Historia de la Salvación que ya conocemos, podemos establecer la
relación que hay entre la Biblia y la Historia de la Salvación. La Biblia
contiene gran parte de la Historia de la Salvación. Sin la Biblia no se
comprende el sentido real y profundo de la Historia de la Salvación. La Biblia,
como Palabra de Dios proclamada (de manera especial en la liturgia), permite
continuar viviendo la Historia de la Salvación en la Iglesia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario