PRIMER ENCUENTRO
DIVINA REVELACION DIOS AL
ENCUENTRO DEL HOMRE
Los
cristianos proclamamos que la Biblia es la Palabra de Dios pero, ¿Cómo llegó
hasta nosotros? En esta primera lección se expondrá brevemente el por qué, para
qué y cómo la Palabra de vida Eterna llega hasta nosotros. De igual manera
indicará cuál debe ser nuestra respuesta frente a la Palabra de Dios revelada.
I.- DIOS SE REVELA.
Por
una decisión de amor eternamente libre Dios se da al hombre. (Cf. CDIC 50-51).
A.- ¿PARA QUÉ?
1)
Para responder definitiva y abundantemente las grandes interrogantes y
cuestiones que el hombre se plantea sobre el sentido y la finalidad de la vida ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Cuál es mi
destino? (Cf. CDIC 86).
2) Al revelarse a sí mismo, Dios quiere hacer a los hombres
capaces de responderle, de conocerle y de amarle más allá de lo que ellos
serían capaces por sus propias fuerzas (CDIC 52).
B.- ¿CÓMO LO HIZO?
1)
En esta revelación, Dios…, movido por el amor, habla a los hombres como amigos
(cf. Ex. 33,2), trata con ellos (cf. Bar. 3,38) para invitarlos y recibirlos en
su compañía (DV 2).
2)
Dios se ha revelado al hombre comunicándole gradualmente su propio Misterio
mediante obras y palabras. (CDIC 69).
3)
No solamente se reveló en la creación sino también se manifestó a nuestros
primeros padres. Aún a pesar de la caída (el pecado original) continuó
comunicándose, prometiendo una salvación y ofreciendo su alianza (cf. CDIC 70)
4)
Una vez rota la unidad del género humano por el pecado, Dios decide desde el
comienzo salvar a la humanidad a través de una serie de etapas (CDIC 56).
5)
Primero Dios selló con Noé una alianza eterna entre él y todos los seres
vivientes (cf. Gn. 9,16). Esta alianza durará tanto como dure el mundo (CDIC
71).
6)
Luego Dios elige a Abraham y selló una alianza con él y su descendencia. De él
formó a su pueblo, al que reveló su ley por medio de Moisés. Lo preparó por los
profetas para acoger la salvación destinada a toda la humanidad (CDIC 72).
7)
Pero al final de los tiempos Dios se ha revelado plenamente enviando a su
propio Hijo, en quien ha establecido su alianza para siempre. El hijo
(Jesucristo) es la Palabra definitiva del Padre, de manera que no habrá ya otra
revelación después de Él (CDIC 73).
II.- ¿CÓMO DEBE RECIBIR EL HOMBRE (VARÓN-MUJER) LA REVELACION DE
DIOS?
Cuando
Dios se revela, el hombre tiene que someterse con la fe (Cf. Rom. 16,26; 1,5; 2
Cor. 10, 5-6). Por la fe el hombre se entrega entera y libremente a Dios,
ofrece el homenaje total de su entendimiento y voluntad, asintiendo libremente
a lo que Dios revela. Para dar esta respuesta de la fe, es necesaria la gracia
de Dios, que se adelanta y nos ayuda con el auxilio interior del Espíritu Santo
que mueve los corazones, lo dirige a Dios, abre los ojos del espíritu y concede
a todos el gusto en aceptar y creer la verdad´. Para que el hombre pueda
comprender cada vez más profundamente la Revelación, el Espíritu Santo
perfecciona constantemente la fe con sus dones (DV 05).
III.- ¿CÓMO LLEGA A NOSOTROS LA
PALABRA DE DIOS?
Antes todo debemos señalar que Dios quiere que todos los hombres
se salven, y lleguen al conocimiento de la verdad (1Tm. 2,4), es decir al
conocimiento de Cristo Jesús. Es precioso pues, que Cristo, sea anunciado a
todos los pueblos y a todos los hombres y que así la plenitud de la Revelación
(Jesucristo) llegue hasta los confines del mundo (CDIC 74). Por otra parte, la
Palabra de Dios llega a nosotros mediante dos vías concretas:
1.- LA SAGRADA ESCRITURA: es
la Palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo (CDIC
81).
2. LA SAGRADA TRADICION
APOSTOLICA: “recibe la Palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Espíritu
Santo a. los apóstoles y la transmite integra a los sucesores…” (CDIC 81), es
decir, “Los apóstoles, con su predicación, sus ejemplos, sus instituciones,
transmitieron de palabra lo que habían aprendido de las obras y palabras de
Cristo y lo que el Espíritu Santo les enseñó” (CDIC 76, cf.83)
IV.-
¿QUIÉN INTERPRETA EL DEPÓSITO DE LA FE CONTENIDO EN LA PALABRA DE DIOS?
El depósito de la fe contenido en la Palabra de Dios (Escritura y
Tradición) se ha confiado a la iglesia y sólo Ella puede interpretarlo de
manera auténtica (cf. CDIC 84, 100). Este servicio de interpretación recibe el
nombre de MAGISTERIO DE LA IGLESIA.
Este Magisterio es ejercido por el Papa y los Obispos en comunión con él,
quienes, al servicio de la Palabra de Dios, evitan errores y deformaciones en
su lectura y aplicación. El Magisterio de la Iglesia, asistido por el Espíritu
Santo, escucha con devoción la Palabra de Dios, la custodia celosamente y la
explica fielmente. (Cf. CDIC 84-87).
V.-
DIFERENCIAS ENTRE LOS CATÓLICOS Y LOS HERMANOS SEPARADOS EN CUANTO A LA
REVELACIÓN
1.-
Los hermanos separados aceptan la Sagrada Escritura como la única fuente de la
Revelación de Dios, olvidando que:
a)
La Biblia antes de ser escrita fue Tradición viva y predicada oralmente.
b)
La Biblia, sobre todo el Nuevo Testamento, no contiene toda la Tradición, sino,
las principales verdades de Ella. El mismo Apóstol San Juan lo afirma al
expresar: “Jesús hizo otras cosas. Si se escribiera una por una, creo que no
habría lugar en el mundo para tantos libros” (Jn. 21,25).
2.-
Los Católicos aceptamos, valoramos y nos alimentamos de ambas fuentes: La
Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición: “La Tradición y la Sagrada Escritura
están íntimamente unidas y compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma
fuente, se funden en un mismo modo y tienden a un mismo fin´ (DV 9). Una y otra
hacen presente y fecundo en la iglesia el misterio de Cristo que ha prometido
estar con los suyos ´para siempre hasta el fin del mundo´ (Mt 28, 20)” (CDIC
80). El mismo Apóstol San Pablo para evangelizar no usa solamente la Palabra de
Dios, sino recuerda de una manera especial la Tradición o predicación oral: “Todo lo que han recibido y oído de mí,
todo lo que me han visto hacer, háganlo” (Filp 4,9).
3.-
Los hermanos separados poseen magisterio libre, es decir, cada cual interpreta
las Sagradas Escrituras según su punto de vista; olvidando que la biblia no es
un cuento, que cada cual entiende a su modo, y ahí termina todo. El mismo
Apóstol San Pedro indica al respecto: “Sépanlo:
nadie puede interpretar por sí mismo una profecía ya que ninguna profecía viene
de una decisión humana, sino que, los hombres de Dios, movidos por el Espíritu
Santo, dijeron sus mensaje”. (2 Pe. 1, 20-21).
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